Enfermedades que han amenazado a la humanidad
La peste negra o peste bubónica (1347 - 1351)
Qué la provocó: La bacteria Yersinia pestis.
Contagio y síntomas: En la Edad Media se atribuyó el contagio a las miasmas (los efluvios que desprenden los cuerpos enfermos, la materia corrompida y el agua estancada). Para protegerse de ellas los médicos usaban máscaras llenas de sustancias aromáticas, con dos pequeños agujeros junto a la nariz. En realidad la bacteria se transmitía a través de parásitos como pulgas y piojos que vivían en ratas, roedores o humanos y también por la exposición a los fluidos corporales de un animal infectado.
Provocaba tos con sangre al expectorar, falta de aliento, náuseas, vómitos, fiebre alta, dolor de cabeza y debilidad. Los ganglios linfáticos infectados se inflamaban y podían llegar a abrirse. La enfermedad tenía un periodo de incubación de entre 16 y 23 días antes de mostrar los síntomas y entre tres y cinco días hasta que se producía la muerte. La peste se manifestaba en las ingles, axilas o cuello, con la inflamación de los ganglios; esos nódulos linfáticos infectados se denominaban bubones, de donde viene uno de los nombres por los que fue conocida la enfermedad. Otra variante era la peste septicémica, en la que el contagio pasaba a la sangre provocando manchas oscuras en la piel (de ahí el nombre de peste negra).
Qué sucedió: Se cree que la epidemia empezó en Asia y llegó hasta Europa a través de las rutas comerciales; en concreto, en el barco de unos comerciantes genoveses que huían de la epidemia. Desde allí se extendió por casi toda Europa, librándose regiones frías como Islandia y Finlandia.
Cómo se resolvió: Las cifras varían mucho, de forma que según las fuentes hubo entre 50 y 200 millones de muertes. Fallecieron en Europa durante la primera oleada unos 25 millones de personas y entre 40 y 60 en África y Asia. En ciudades como París o Florencia murió la mitad de la población. En España la población pasó de 6 a 2,5 millones de habitantes, lo que supone una pérdida de entre el 60 y el 65% de la población. Fue desapareciendo paulatinamente a medida que mejoraron las condiciones higiénicas
VIH
Contagio y síntomas: Se transmite por las relaciones sexuales vaginales, anales o bucales sin protección, o por vía sanguínea (por compartir objetos cortantes o punzantes como agujas o jeringuillas). Debido a esta forma de contagio, durante los años de mayor expansión de la epidemia los enfermos eran homosexuales, heroinómanos, hemofílicos y aquellos que habían recibido una transfusión de sangre infectada.
El contagio de madre a hijo durante el embarazo, parto o lactancia materna es posible pero ahora se ha reducido en Estados Unidos y Europa gracias a los tratamientos con antirretrovirales.
Qué sucedió: Se cree que su origen es una zoonosis procedente de simios que pasó a las personas en Centroáfrica, pero cuando realmente estalló la situación fue cuando la epidemia llegó a Estados Unidos. En 1981, el Center for Disease Control and Prevention (CDC) estadounidense informó de cinco casos de neumonía y, al mes siguiente, varios casos de sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer de piel. Los pacientes eran en su mayoría hombres homosexuales que coincidían en otras enfermedades que más adelante se descubrieron como oportunistas. Después aparecieron enfermos que tenían en común ser drogadictos.
Cómo se resolvió: No se ha resuelto. Si no se trata con antirretrovirales tiene una mortalidad del 80%. Hay de momento, al menos, entre 25 y 35 millones de fallecidos. Según la OMS y el ONUSIDA, en 2018 había unos 38 millones de personas infectadas por el VIH en todo el mundo, de ellos 1,7 millones son niños.
En España, según los datos del Ministerio de Sanidad, en 2017 hubo 3.353 nuevos diagnósticos y estaban infectados el 0,4% de la población.
De momento no hay cura pero los tratamientos con retrovirales han logrado reducir mucho su evolución y hoy día es para muchos pacientes una enfermedad crónica. Donde sigue siendo una pandemia con alta letalidad es en países en vías de desarrollo, donde los enfermos no tienen posibilidad de acceder a la medicación.
Ébola (Desde 1976)
Qué la provocó: El virus del ébola, de la familia de los filovirus.
Cómo se contagia: La OMS afirma que se introduce en la población humana por estrecho contacto con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados que se han encontrado muertos o enfermos en la selva. Se sabe que los murciélagos frugívoros pueden ser huéspedes. Después, se transmite de persona a persona por contacto directo a través de las membranas mucosas y de la piel con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de personas infectadas como heces, orina, saliva o semen. O por contacto indirecto con materiales contaminados por dichos líquidos, así como por las ceremonias de inhumación que implican contacto directo con el cadáver. También pueden transmitirlo los hombres por vía sexual, y se recomienda realizar pruebas de detección del virus en el semen de un infectado hasta tres meses después del inicio de los síntomas. Los pacientes son contagiosos mientras el virus esté presente en la sangre.
Qué sucedió: El virus del ébola existe desde hace 100 años, pero cuando afectaba a los humanos era a poblaciones aisladas. Entre 2014 y 2016 se produjo la epidemia más extensa desde que se descubrió el virus en 1976, con dos brotes simultáneos en el sur de Sudán y en la República Democrática del Congo, este último a orillas del río Ébola. Esta zona es la intersección de tres países con bastante circulación de personas, por lo que se propagó a Guinea, Sierra Leona y Liberia.
Es una enfermedad más grave y menos contagiosa que la producida por el Covid-19. Según la OMS, la letalidad de los últimos brotes es de aproximadamente el 50% y en brotes anteriores fueron de entre el 25 y el 90%.
Cómo se resolvió: Dada la facilidad en el contagio, la OMS recomienda controla y prevenir la infección, la vigilancia y el rastreo de los casos, los entierros en condiciones de seguridad y la movilización social. No hay cura todavía y el tratamiento que se sigue es la rehidratación y el tratamiento sintomático, que mejoran la supervivencia. Están en fase de desarrollo diversas formas de hemoterapia, inmunoterapia y farmacoterapia, y hay una vacuna experimental.
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